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Viaje a New York, el gran desafío (Primera parte)

SUCESO GARDELIANO N°36 - 18/06/2021

Gardel sabía que el gran desafío era conquistar al público americano, tras el debut en N.B.C., el éxito fue rotundo, sus actuaciones para la cadena fueron un auténtico suceso; a Gardel se le abrían las puertas, de par en par, para ingresar a la pantalla grande Americana, para ello tras la experiencia obtenida en Francia, Gardel, crea su propia productora, para de esta forma tener el control total sobre las futuras películas. Este pensamiento trasversal, lo convertía en un empresario.

1933 La última partida

Después de una estadía de catorce meses por Europa regresa a la Argentina donde pasará su última temporada en el Plata siendo aclamado en ambas orillas. Permanece casi todo el año en nuestro país, con una intensa actividad que concluye el 7 de noviembre. Deja definitivamente su Buenos Aires querido cuando se embarca en el vapor Conte Biancamano, para atracar quince días después en la dársena barcelonesa.

Gardel viaja con Armando Defino, Alberto Castellanos y Horacio Pettorossi. Defino lo acompaña a Toulouse, donde se reencuentran con doña Berta y toda la familia francesa.

Carlos Gardel, Armando Defino, Horacio Pettorossi y Alberto Castellanos divirtiéndose en un viaje de Buenos Aires a Paris, 7 de noviembre de 1933.

El resto de la comitiva se trasladó por vía férrea a París para alojarse en un departamento de la rue de L’Arcade N° 14, en pleno barrio de la Madeleine. 

Como el departamento no tenía piano, los argentinos alquilaron uno para los ensayos. Pero hay aquí un detalle muy importante: Gardel viajó con Defino, a principios de diciembre, a Toulouse. Todos se reunieron en esa ciudad francesa junto a doña Bertha, que acababa de llegar procedente de Buenos Aires.

En ese mismo diciembre, en Joinville, se habló de la posibilidad de que Gardel realice sus siguientes películas para la Paramount en Nueva York, hecho que hablaba con suficiente claridad del éxito que estos filmes venían teniendo.

Hugo Mariani fue quien le había sugerido a Gardel un viaje a Nueva York, para presentarlo al público norteamericano. El grupo de capitalistas que financió sus películas en Joinville, Francia, había considerado la posibilidad de que Gardel visitara Estados Unidos para filmar sus próximas películas. Pero esas conversaciones no se habían concretado, limitándose a vagos planes para un futuro cercano, con visos de posibilidad bastante indefinidos. 

Las conversaciones fueron entusiasmando a Gardel, previendo un viaje a los Estados Unidos para el 22 de diciembre. Viaje que se cristalizó luego del agasajo que le ofreció por su cumpleaños, en el famoso “Café de París” su amiga, Sadie Baron Wakefield, donde, según relato de Armando Defino “Antes de la partida, una gran amiga y admiradora de Carlos, lo despidió con una cena íntima, a la que tuvo la deferencia de invitarnos a los tres acompañantes de Carlos. Fue una cena memorable en el Café de París con pocos invitados, dos matrimonios amigos de la Baronesa, otra amiga, especie de dama de compañía de la señora, y nosotros”.

Corrían los últimos días del año 1933, el barco se encontraba llegando a New York, donde hacía un frío insoportable. En general, el mes de diciembre no es extremadamente frío, pero este año fue la excepción. El día 28 de diciembre llegaba Carlitos Gardel desde Europa a seducir al pueblo norteamericano con el hechizo de su arte, acompañado por el guitarrista Horacio Pettorossi y el pianista Alberto Castellanos. Le Pera se quedó en Francia a la espera de novedades.

 

 

Horacio Pettorossi, Carlos Gardel y Alberto Castellanos.

En Nueva York, lo esperaba Hugo Mariani en compañía del músico argentino Terig Tucci, quien había sido designado por N.B.C., para realizar los arreglos en la orquesta que acompañaría a Gardel, y desde allí, junto a Alberto Castellanos y Horacio Petorossi, se dirigieron al hotel en que N.B.C. había ubicado a Gardel en el “The Waldorf Astoria” trasladándose días más tarde, por los altos costos, al Hotel Ansonia. 

 

Alberto Castellanos, Terig Tucci, Carlos Gardel y Horacio Petorossi. Der.: El Hotel Waldorf Astoria.

Hugo Mariani integraba el elenco artístico de N.B.C., y fue quien tuvo la feliz idea de que, «El Morocho» cantara ante los micrófonos de la famosa cadena radial estadounidense.

Gardel debió también responder a su fama aceptando invitaciones protocolares: el 29 de diciembre el Cuerpo Consular Argentino en ese país lo agasajó en el Ritz Carlton. Esa noche se fue a dormir temprano porque a la mañana siguiente debía finalizar los ensayos para unas audiciones que incluían algo nuevo para él, con el acompañamiento de una orquesta de 19 músicos. A las 22.30 de ese 31 de diciembre Gardel debutó para la N.B.C. por estas presentaciones Gardel cobró 315 dólares semanales, en mano, y según pudo constatar, nunca hasta entonces se había pagado tanto a un artista extranjero.

Primera carta de Gardel a Armando defino desde New York, 30 de enero de 1934.

El éxito fue rotundo, sus actuaciones para la cadena. N.B.C. fueron un auténtico suceso, Gardel estaba conquistado con su magia al público americano, al punto que el cantor debió acceder a las exigencias de los directivos de la empresa y al pedido de la audiencia, cantando por fonética en inglés los estribillos de algunos tangos, a pesar de que, en principio, se había negado a hacerlo:

“Cómo voy a cantar —explicaba Gardel— palabras que no entiendo, frases que no siento. Hay algo en mí que vibra al sonido de palabras qué me son familiares, que están hondamente arraigadas en lo más íntimo de mi ser; palabras que aprendí en mi niñez, que tienen el significado de cosas muy nuestras, imposible de transmutar. Mi idioma, señores, es el español… o mejor aún, el porteño. La pregunta ¿Me quieres? no contiene para mí la emoción que se vuelca en la misma pregunta porteña ¿Me querés? El pronombre VOS, en lugar de TU; el verbo VENÍ, en lugar de VEN… Son arcaísmos de vieja afirmación, que nos vienen de nuestro tronco ancestral. ¡Qué pena, amigos, que no pueda satisfacer vuestros deseos! ¡Yo sé cantar solamente en criollo!” 

Hugo Mariani, en cuatro notas escritas especialmente para CLARÍN en al año 49, relata todos los pormenores de las andanzas y actuaciones de “El Mago” en la gran ciudad de los rascacielos hasta la hora de la partida para su gira por Centroamérica que terminó trágicamente en Medellín, el día que el tango se quedó sin cantor.

En la primera de esas notas habla de la resistencia de Gardel para cantar en inglés:

“No obstante, Carlitos se dispuso a cantar «Dónde estás corazón» en inglés. Como queda dicho, incluí la canción en el programa, cosa que éste aceptó, no sin demostrar el malestar que ello le causaba. La tarde de ese día, horas antes de la audición, fui a ver a Mister Royal, director de programas de la N. B. C. para anunciarle la novedad. 

— Muy bien, muy bien 

—acotó el director— Veo que Gardel está entrando por el aro. Le será muy conveniente para él y muy interesante para nosotros. 

Carlitos estaba un poco nervioso a la hora de comenzar. Temía olvidarse de letra. Pero guiado por la escritura que yo había sobrepuesto en mi partitura, mirándola de reojo mientras cantaba, fue siguiéndola con acierto y resultó un éxito. 

Al terminar, Carlitos guiñando un ojo en su gesto tan característico, me preguntó: 

—¿Qué tal me porté? 

—i Estupendo! 

Y apenas terminó el programa. Mr. Royal me llamó por teléfono. 

Mariani —inquirió en tono de broma— en qué idioma cantó su amigo?

Creo que en inglés —respondí.

Se echó a reír el norteamericano. Después agregó: 

—Me pareció muy bien. Que siga adelante. 

El juicio de Mr. Royal tenia valor de consagración en la radiotelefonía de los Estados Unidos”.

Nueva York fue una ciudad que brindó un éxito desacostumbrado a artistas foráneos. 

Gardel no estaba ajeno al quehacer porteño al cual extrañaba,  este año sorprendió a los argentinos, con una actuación emitida desde Nueva York por LR4 radio Splendid, el 5 de marzo a las 23 horas, se puso en contacto con su público argentino. Lo realmente interesante de este hecho es que mientras Gardel cantaba desde los Estados Unidos, los guitarristas Vivas, Riverol y Barbieri lo acompañaban musicalmente desde los estudios de radio Rivadavia, ubicados en el corazón de la Capital Federal. Además, la orquesta de Hugo Mariani reforzó el espectáculo desde Nueva York y la de Edgardo Donato lo hizo desde Buenos Aires. Todo un suceso.

Carlos Gardel actuando en Nueva York mientras los guitarristas Vivas, Riverol y Barbieri lo acompañan musicalmente desde los estudios en Buenos Aires en LR4 radio Splendid.

Un hecho interesante, que tendría repercusiones muchos años después, se produjo en la primavera de 1934. Al igual que muchos otros argentinos, Vicente Piazzolla era fanático de Gardel y se enteró, por un amigo, de la dirección del departamento que Gardel había alquilado en Nueva York en el edificio  Beaux Arts en la Calle 44; aprovechó su habilidad para la talla de madera, para hacer la figura de un gaucho tocando un bandoneón, le agregó una leyenda “Al gran Carlos Gardel, este recuerdo de Vicente Piazzolla” y le dio instrucciones a Astor para que se la llevara al departamento que ocupaba Gardel con su asesor musical, Alberto Castellanos y Alfredo Le Pera, su letrista y guionista, que había arribado a la ciudad de Nueva York en abril, una vez confirmada la realización de las dos primeras películas.

Cuando éste llegó al edificio de departamentos donde vivía el cantor se encontró con Alberto Castellano (colaborador musical de Gardel) en la puerta. El músico, que había extraviado su llave, le pidió al pequeño Astor que subiera por la escalera de incendio y avisara para que le abrieran.

Astor quedó parado en un rincón, quieto. A los cinco minutos, despertó Gardel. Un pijama de franela gris y una sonrisa. Astor se presentó

—¿Y este pibe? ¿Quién es? –preguntó Gardel.

Mi nombre es Astor Piazzolla. Subí por la ventana porque el señor Castellano perdió la llave… Aclarado el asunto Gardel lo invitó a desayunar y le regaló una fotografía autografiada para su padre.

Astor  había practicado la noche anterior como hablarle a Gardel, y le dijo: —Mi papá le manda este muñeco de recuerdo. Yo soy argentino, toco el bandoneón y me gusta cómo canta usted y mi mamá lo invita a comer ravioles a mi casa, cuando usted quiera; Gardel observó el regalo y dijo que sería su muñeco de la suerte. Astor sonrió. Gardel le pidió a Astor que traiga el bandoneón y toque algo para el al día siguiente. Le preguntó si hablaba inglés, Astor dudó un instante, pero después empezó a explicarle cómo se decía gracias, cómo se saludaba, cómo pedir un vaso de leche con budín, una corbata, una entrada para el cine. A Gardel le gustó y le pidió que lo acompañe a ir de compras y divertirse un rato.

Finalmente, Carlos entabló amistad con la familia Piazzolla y varias veces se reunieron a disfrutar los ravioles caseros que preparaba Asunta, la madre de Astor.

Mientras continuaba la serie de programas radiotelefónicos de la NBC, las negociaciones con la Paramount Americana progresaban. Gardel hubiera querido seguir filmando en Francia, pero Paramount comenzó a tener problemas con la exportación de divisas.  Gardel se convenció de trasladarse a Nueva York y seguir filmando para el mismo sello distribuidor, aunque tuvo una propuesta de la Fox, que le ofreció 15.000 dólares por la realización de dos películas. Rechazó esta oferta y pidió 50.000 dólares más el 5% de regalías, haciendo valer su arte y sabiendo perfectamente que buscaban una figura como la suya para desarrollar este tipo de filmes. En una carta a su apoderado Defino comentó: “Ya sabés, yo comprendo que para rebajar hay tiempo, pero no hay derecho que se lleven todo, ya vendrán por mi carnicería a buscar carne pa‘l gato…” Finalmente logró un provechoso contrato con la Paramount. 

El 24 de abril Gardel crearía “Exito Productions”, su propia productora, para lograr el financiamiento y el control de las producciones; algunos de sus principales inversores fueron Western Electric, el empresario, amigo de Gardel, Mrs Wakefield y la mismísima Paramount a través de sus directores, y se aseguró de que Paramount siguiera distribuyendo sus películas.

Certificado de incorporación de Exito Productions Inc. Der.: Carlos Gardel en New York.

A partir de Exito Productions ya no cabía duda de que Gardel tendría el control sobre las historias y sobre lo que deseaba proyectar de su figura. Era muy exigente con Le Pera al momento de escribir los guiones y las letras de las canciones. Es importante consignar que Gardel tenía la decisión final sobre los argumentos y las letras de las canciones, y la ejercía con mano de hierro. Terig Tucci, director musical que ayudó a Gardel a componer la música para las canciones de sus películas neoyorquinas, recordó que Gardel exigía que las historias de los guiones se le adecuaran. Aunque Le Pera era el redactor de esos guiones, los discutían entre varios, incluyendo a Gardel. «Nosotros trataríamos de eludir situaciones tan comunes, tan manoseadas… como la del muchacho bueno, la muchacha buena, el hombre malo. Le Pera buscaba algo más significativo para Gardel. Quizá algo que refiriese episodios de su propia vida, una especie de autobiografía. La eterna búsqueda de libretos buenos, argumentos utilizables, los tenía bastante preocupados. Con el propósito de intensificar la producción de libretos, se había comisionado a varios literatos argentinos para que escribieran algunos y los enviaran a Nueva York. AI cabo de algún tiempo se recibieron unos pocos, pero, con excepción de uno o dos, ninguno reunía las condiciones de un libreto hecho ex profeso para Gardel, una condición indispensable para su aceptación. Otros argumentos fueron rehusados por las pretensiones desmedidas de remuneración. No era ésta la dificultad principal, sin embargo, puesto que, de haberse encontrado el libreto apropiado, siempre hubiera sido posible llegar a un arreglo financiero con el autor. Gardel se desesperaba con esta búsqueda infructuosa y acababa por decir: —Es inútil, viejo. Mis libretos tienen que ser hechos de medida para mí. Le Pera lo amonestaba diciéndole que debía evolucionar y tratar de interpretar otros personajes, situaciones distintas… pero Gardel seguía meneando la cabeza y repetía… —Tienen que ser hechos de medida… Un tanto exasperado, Le Pera tuvo otra de sus salidas: —¿Para qué andás buscando un escritor si lo que necesitás es un sastre?.

Carlos Gardel en New York, 1934.

Finalmente se llegó a un entendimiento, se firmaron los contratos y comenzaron los preparativos para las dos producciones. Entre mayo y julio se filmaron en Long Island, distrito neoyorkino, «Cuesta abajo» y «El Tango en Broadway», las dos primeras películas, dando comienzo a la última gran hazaña cinematográfica. 

 

Walter Santoro para Fundación Internacional Carlos Gardel