1932 Alfredo Le Pera

Irrumpe en su vida el periodista y poeta Alfredo Le Pera e inmediatamente el cantor inmortaliza algunos temas de su autoría. Filma “Melodía de arrabal”, “La casa es seria”, “Espérame”, e interviene en una transmisión especial de radio que unió Buenos Aires y París. Realiza una visita a Barcelona donde realiza una serie de grabaciones.
Antes de que expire el año vuelve a la Argentina.

Apareció en la vida de Gardel Alfredo Le Pera, un brasileño, periodista y, por entonces, ayudante en los estudios “Paramount”. Se conocieron, claro está, en los estudios de Joinville, vecinos a París, donde los dos estaban viviendo momentáneamente. La amistad se afianzó enseguida y Gardel le encargó los guiones cinematográficos de sus próximos films.

No es necesario decir que, meses después, el cantor criollo inmortalizó algunos temas cuya autoría era de Le Pera. Lo hizo en el disco luego de haber cantado esas letras en varias de sus películas, que se realizaron entre septiembre y noviembre de este año y serían muy importantes a la hora del racconto biográfico gardeliano. Por ejemplo, “Melodía de arrabal”, donde lo acompañaron Imperio Argentina, Vicente Padula, Jaime Devesa y el director Louis Gasnier; “La casa es seria”, valioso cortometraje dirigido por Lucien Jaquelux, muy de moda entonces, donde se insistió con Imperio Argentina y apareció Lolita Benavente; “Espérame”, cuyo cartel esta vez lo compartió con Goyita Herrero, otra vez Jaime Devesa y nuevamente Lolita Benavente.

Las tres filmaciones apenas si superaron los 70 días de rodaje por los que el cantor-actor embolsó 700 mil francos franceses libres de impuestos.

Después de estas realizaciones, que serían éxitos taquilleros, Gardel decidió —antes de que expire el año— volver a la Argentina: pocas veces había faltado de ella tanto tiempo y en realidad extrañaba mucho. Es así como el 30 de diciembre volvió a pisar la Dársena Norte luego de desembarcar del “Giulio Cesare”.

El diario La Nación relató un encuentro de Gardel con uno de sus cronistas allí mismo, en la Dársena Norte. Puede rescatarse un párrafo, al menos, entre las muchas respuestas del ídolo: “Vengo sencillamente encantado de Europa. Cada nuevo viaje renueva en mí el amor por aquellas tierras donde tantas satisfacciones he obtenido. Ahora, cuando pasan seis meses ya comienza a hacerme cosquillas la nostalgia, y tengo ganas de rajar para el pago. Y como esa vez la ausencia duró catorce meses, calculen si tendría ganas de cachar el piróscafo y verme otra vez en la calle Corrientes, en Palermo, en el Hipódromo”.

En sus declaraciones Gardel se pintaba de cuerpo y alma. Sus afanes profesionales (no equivocaba la puntería) lo obligaban a buscar cada año los éxitos resonantes que solo Europa podía concederle, pero más allá de ese interés nuestro país lo atraía como nada podía hacerlo. Todo esto ocurrió en la segunda mitad del año. En la primera hubo menos vértigo, menos fragor. Por lo pronto se inició con unas vacaciones absolutas, recién interrumpidas en abril (curioso, porque aquí comenzaba el verano europeo), cuando el artista efectuó varias actuaciones radiales en París aunque solo, porque sus guitarristas acompañaban en ese momento en Radio Nacional de Buenos Aires a la cancionista Adelma Falcón.

El 25 de Mayo Gardel intervino en una transmisión especial de radio que unió Buenos Aires y París. Desde allí cantó en ese día patrio “Mano a mano” y el estilo “Amargura”. Y en julio, exactamente los días 22 y 23, grabó en Barcelona algunos tangos importantes. Precisamente con “Mentira” inició una serie de registros fónicos, en los cuales lo acompañaron Juan Cruz Mateo, Solsoña e Iriarte en piano, violín y guitarra respectivamente. Si bien este no fue todo el trabajo del año, sin duda fue lo más importante.