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¿El Mudo habló con la Voz?

SUCESO GARDELIANO N°27 - 31/12/2020

¿EL MUDO HABLÓ CON LA VOZ?

El encuentro de Carlos Gardel con Frank Sinatra, en Nueva York, en enero de 1934; póstumo homenaje de Sinatra en el Abasto, en agosto de 1981. El mecanismo que da nacimiento a las leyendas. 

UNA VIDA POR OTRA  

La madrugada del 11 de diciembre de 1915, Carlos Gardel salía de un boliche en las inmediaciones de la Recoleta, en compañía de un par de amigos. En el camino, fueron increpados y perseguidos por una “patota”. De entre el grupo se asomó un tal Roberto Guevara y apuntó al corazón de Gardel. Antes de apretar el gatillo, sentenció: “Ya no vas a cantar más…”. Tras el disparo, los agresores huyeron. El cantante quedó tendido en los adoquines del cruce de Avenida Alvear con Agüero, mientras un círculo rojo muerte iba creciendo en el costado izquierdo de su pecho.

Dicen que en esos momentos, cuando Gardel agonizaba en el hospital, salió del cuerpo su alma. Voló en busca de un refugio, para poder cumplir con su misión. Dicha misión consistía en traer nueva música a este mundo. Y esa tarea estaba a punto de quedar inconclusa: Gardel se moría sin haber grabado ni siquiera un tango. El alma recorre el mundo a velocidad lumínica, y en la otra punta del continente, en un barrio pobre de Nueva Jersey, encuentra alojamiento en el cuerpo de un recién nacido, hijo de inmigrantes italianos, bautizado Francis Albert, aunque pocos años más tarde todos le conocerían como Frank Sinatra, alias «La Voz».

Gardel+Sinatra (Ilustración realizada para “Tango Repórter” publicada en Los Ángeles – CA – USA por Gustavo González)

“GRACIAS POR AYUDARME A VIVIR”

Es una historia bonita, imaginada en torno a un hecho real: Sinatra nació justo cuando «El Mudo» estuvo a punto de morir. El añadido del alma viajando de un cuerpo a otro es una licencia poética, un ornamento. 

Hay otra leyenda que también vincula a Gardel con Sinatra. Sin embargo, en este caso sí que es tomada como cierta. Narra la historia de cómo «El Mudo» le habló a «La Voz»…

Frank Sinatra tenía 18 años. Consigue dos entradas para presenciar las audiciones que Gardel está dando en la radio NBC, en Nueva York, con motivo de las fiestas de año nuevo. Al terminar el show, y con humildad, Sinatra y su novia Nancy, se acercan al cantor para saludarle. Nancy, a media voz, le confiesa al artista los problemas que está teniendo Frank con el alcohol, con las malas compañías, lo descarrilada que está su vida…

Entonces, Carlitos apoya una mano sobre el hombro de Frank, lo aparta, y en tono íntimo le dice: “Mirá pibe, cuando yo tenía tu edad andaba por Buenos Aires tan perdido como vos andás ahora por Nueva York. Por lo pronto, ragazzino, aprovechá que estás aquí en la radio y anotáte en un concurso de cantantes que creo se llama Major Bowes Amateur Hour. Hacélo ragazzino, que con probar nada se pierde”. 

Siguiendo tales consejos, el muchacho se presenta al concurso organizado por la NBC… ¡Y gana el primer premio! A partir de entonces, se iniciará su carrera como estrella internacional. 

Ya en su madurez, concreta una gira por Buenos Aires y aprovecha para cumplir un ritual largamente postergado. Llega hasta una esquina del Abasto porteño y deposita en el suelo una amarillenta entrada radial, del año 1934. Con la vista elevada al cielo, lleno de lágrimas, pronuncia estas emocionadas palabras: “Thanks for helping me to live, Mister Gardel” “Gracias por ayudarme a vivir, señor Gardel”.

QUE LA REALIDAD NO DESTRUYA UNA BONITA HISTORIA

La historia resulta tan atrayente –y además rodeada de un halo de verosimilitud–, que su difusión se hizo exponencial, tras publicarse, por primera vez, en junio de 2009, firmada por un señor llamado Ernesto Drangosch, nombre de un virtuoso pianista y compositor argentino, fallecido en 1925, por lo que debemos suponer que se trata de un pseudónimo. La semblanza de Gardel como propulsor de la carrera de Sinatra fue confirmada como auténtica por algunos importantes funcionarios políticos. Y a partir de ese aval «oficial», se multiplicaron los medios que se hicieron eco de la noticia, en varios países.

Es una pena que la realidad desmonte una buena historia. O eso dicen. Y en verdad que esta es una historia preciosa. Además, muy verosímil. Se sustenta en una perfecta conjunción de fechas, escenarios, protagonistas y circunstancias… Si se trata de un invento, de un «fake»: ¿cómo es posible que los sucesos encastren con tanta precisión sobre la realidad?… 

Es difícil poner en duda su veracidad. Sin embargo… a poco de profundizar, esa aparente solidez de la trama comienza a tambalear y termina por desmoronarse. Veamos…

Carlos Gardel, Bing Crosby y Frank Sinatra, ante los micrófonos de la NBC neoyorquina.

ERA CROSBY

En primer lugar, las publicaciones que retransmiten el rumor se limitan a copiar íntegra la versión original, sin citar fuentes o autores, sin presentar documentación, sin recoger el testimonio de testigos, por ejemplo, de algún vecino del Abasto… todo lo cual constituye indicio de, al menos, excesiva confianza en la fuente original. Se nos plantea que fue Nancy Barbato, primera novia y posterior esposa de Sinatra, quien confesó la anécdota… Pero comprobamos que tales declaraciones jamás aparecieron en ninguna reseña, libro o entrevista periodística.

Otro dato, aún más contundente, es que todas las biografías de Sinatra coinciden en señalar que su vocación musical nació en 1933, tras asistir a un concierto del cantante Bing Crosby, en la NBC de Nueva York. Basta con echar un vistazo a su biografía en la popular Wikipedia para corroborar que junto “con Nancy vio actuar en 1933 a Bing Crosby en la que sería su última aparición sobre un escenario”. Dos años después se presentó al programa radiofónico Major Bowes Amateur Hours, con un grupo llamado The Hoboken Four, ganando el primer premio y un contrato radial por un año.

La conclusión es clara: el rumor estaría tergiversando la presencia de Sinatra y Nancy en el recital de Bing Crosby, reemplazando a Crosby por Carlos Gardel. Lo que posibilita la coherencia de dicho cambio, es que Crosby actuó en la NBC neoyorquina en 1933, mientras que Gardel se presentó en la misma emisora entre fines de ese año y comienzos del siguiente.

QUIERO SER GARDEL

Otro elemento importante es el que planteó el investigador Ricardo Ostuni, ya en 2009: Terig Tucci, testigo directo de las actuaciones en la NBC, nunca habló sobre un supuesto encuentro con Sinatra en su libro de memorias: «Carlos Gardel en Nueva York». Cabe argüir que tal vez Tucci y los otros testigos posibles (Hugo Mariani, Alberto Castellano…) olvidaron aquél encuentro porque Sinatra era alguien desconocido entonces, uno más de los mil trescientos espectadores que asistieron esa noche al evento. Pero esa excusa es insuficiente, pues Tucci fue el director musical de la NBC de 1930 a 1941, período en el que se inicia la carrera de Sinatra; de modo que volvió a encontrarse con él y con Nancy muchas veces más, tanto en NBC, como luego en CBS (de 1941 a 1949), en General Electric o en RCA. Por tanto, las ocasiones para que surgiera la anécdota fueron incontables, y Tucci se habría enterado primero que nadie. Siendo un cronista tan obsesivo por los detalles, difícilmente dejaría fuera de su publicación semejante primicia mundial.

Como vemos, Sinatra y Nancy asistieron a un recital de Bing Crosby, pero ninguna prueba existe de que presenciaran uno de Gardel, ni mucho menos de que hayan entablado un diálogo (¿en inglés? ¿en italiano?). Por el contrario, lo que parece más lógico es que quien escribió esta historia sólo haya reemplazado a Crosby por Gardel e inventara todo lo demás.

Bing Crosby siempre declaró, en privado, su admiración por El Zorzal Criollo, de quien poseía una completa colección de discos; lo consideraba el quinto mejor cantor popular de todos los tiempos, sólo por detrás de Al Johnson, Tony Bennet, él mismo y Frank Sinatra (entrevista a Leo Balter, Diario Los Andes, 30 marzo 2008).  En presencia de los guitarristas de Gardel, Bing Crosby hizo el siguiente comentario: «Lo único que yo ambicionaría sería cantar para Nueva York como Gardel canta para Buenos Aires» (entrevista a José Mª Aguilar, Revista Antena, 1950). 

Arriba: Sinatra y Crosby (con sombrero) en CBS, cuando Tucci era director musical del Estudio.

En 1935, Gardel y Crosby fueron convocados para participar en el film de la Paramount: “The Big Broadcast” («Cazadores de Estrellas»), que reunía a las más prestigiosas voces de la radio. 

MAÑANA EN EL ABASTO

Y, además, está el añadido del ceremonial en el Abasto… Ahí se termina por desmontar la leyenda. Esa visita supuestamente tuvo lugar durante una mañana, o una tarde, de agosto, y que Sinatra concurrió en compañía de un agregado cultural de la embajada norteamericana, u otras personas, siempre sin nombres, aunque también se dice que fue solo. Al llegar al emplazamiento del café O’Rondeman, en la esquina de Agüero y Humahuaca, el cantor americano extrae del bolsillo una vieja entrada radial, guardada desde 1934. La deposita en el suelo y realiza su particular agradecimiento, que finaliza con la interpretación de las estrofas de un tango.

Resulta complicado de creer que un icono del siglo XX se paseara por calles superpobladas, solo o acompañado por un séquito de escoltas, y que nadie lo reconociese, máxime teniendo en cuenta que en 1981 su rostro estaba presente en todos los telediarios, revistas y periódicos argentinos. Además de los vecinos y los acompañantes, deberían existir otros múltiples testigos: productores, personal del hotel donde se alojaba, policías, periodistas, chófer, guardaespaldas, ocasionales transeúntes… ¿Se pusieron de acuerdo para guardar silencio por algún motivo en especial?

Los diálogos se transcriben con mucha precisión y detalle, aún después del prolongado silencio… ¿Quiénes escucharon y retuvieron en su memoria esos pormenores, con tan exquisita minuciosidad?… ¿Por qué callaron durante casi tres décadas? Y lo más insólito: ¿por qué mantienen aún hoy su anonimato? ¿Qué les impediría ahora dar la cara y relatar públicamente su testimonio?

Los canales oficiales de televisión daban cobertura inusitada a la visita del estadounidense, y los periodistas montaban guardia frente al Hotel Sheraton siguiendo todos los movimientos. Era casi imposible que saliera, aunque sea de incógnito, sin que la noticia se filtrara a través de un chivatazo interno. ¿Sinatra yendo al Abasto para rendir un homenaje a Gardel? ¡Eso sí hubiese resultado una noticia digna de transmitir! Teniendo en cuenta que era la época del centenario del tango: ¿por qué iban a mantener oculto este grandioso homenaje? De igual modo, la productora Chango, organizadora de la gira, se hallaba en graves aprietos financieros por el aumento del dólar. ¿Por qué desperdiciarían una publicidad tan estupenda, candidata a portada en los principales medios locales y extranjeros? 

Izq.: Recepción de Frank Sinatra y su esposa Bárbara Marx, agosto 1981. Der.: Entrada Luna Park.

A más inri (por si esto fuera poco), durante el ceremonial del Abasto se afirma que Frank cantó: «¿Dónde estarán Traverso, el Cordobés y el Noy, el pardo Augusto, Flores y el morocho Aldao, los guapos del Abasto rimaron mi canción…”; se trata de un fragmento del tango “¿El cantor de Buenos Aires”, de Juan Carlos Cobián y Enrique Cadícamo, que es posterior a la muerte del Zorzal, y muy poco divulgado fuera del Río de la Plata? ¿Cómo llegó a oídos de Sinatra? En contrapartida, durante su dilatada trayectoria profesional, él jamás grabó ni interpretó tangos.

NO TENGO FE

Ramón «Palito» Ortega es puente de unión entre ambos personajes. Por un lado, le unía una amistad con el cantor americano y fue quien se encargó de producir y organizar su gira por Argentina. Por otro, era el heredero universal de los bienes del mejor amigo de Gardel: el jockey Irineo Leguisamo. Incentivado por Leguisamo, Palito comenzó a investigar la vida de El Morocho, a coleccionar todo tipo de objetos, cartas y discos inéditos, y a producir el documental «El alma que canta», en 1985. Ortega tiene autoridad cuando afirma que Sinatra era admirador de Gardel, pero jamás le confesó que lo hubiese conocido personalmente en Nueva York, o que le hizo un homenaje en el Abasto (homenaje al cual Palito habría asistido de inmediato). Otra versión apunta a que Palito y Sinatra fueron a visitar el mausoleo de La Chacarita; ello también constituye un mero rumor. Son motivos que llevan a confirmar que estamos ante una fábula, surgida de la imaginación.

LA IMAGINACIÓN AL PODER

Circulan por internet multitud de leyendas y mitos relacionados con Gardel —lo mismo le ocurre a otras figuras populares—; en ocasiones son anécdotas que tienen visos de seriedad por lo que incluso llegan a ser «oficializados» como testimonios auténticos, pero carecen de fundamento o documentación fehaciente. Otras veces algunos rumores terminan confirmándose, pues detrás de las habladurías suele haber un trasfondo de autenticidad. En el caso que nos ocupa, más allá del hipotético encuentro en Nueva York, o del homenaje en el Abasto, sí que existe un fundamento de peso: los vínculos artísticos que ligan a Sinatra con Gardel. nLos dos poseían una privilegiada combinación de tórax, laringe y cuerdas vocales que en el siglo XX sólo tuvieron Enrico Caruso, María Callas y pocos más. La gran similitud técnica entre la forma de cantar y frasear de Frank Sinatra, al estilo del Morocho, es algo que han hecho notar varios especialistas, como el compositor Enrique Cadícamo («Gardel en París: su debut», 1984), o el tenor Josep Carreras («Soy un loco de Carlos Gardel», El País, 21 abril 2011). También recuerda el estilo «gardeliano» la indumentaria anacrónica que usaba Sinatra: sombrero ladeado, smoking, peinado a raya, a veces con gomina… Un híbrido entre sus admirados Gardel y Crosby.

WELCOME, MISTER FRANK

En abril de 1982, cuando estalló el conflicto por las islas Malvinas, el recordado Aldo Camarotta llamó al periodista mendocino Leo Balter, que residía en Hollywood, y de inmediato surgió la idea de recaudar fondos para la Cruz Roja de ambos países beligerantes. Leo Balter convocó a varios artistas. El primero fue Frank Sinatra, que al escuchar la propuesta respondió con un sí rotundo. La Cruz Roja de Estados Unidos solicitó 30.000 dólares como garantía para realizar el espectáculo y ello impidió que se ejecutara dicha cruzada solidaria. En privado, La Voz tomaba partido a favor de Argentina, de forma apasionada, tal era su estilo. («Frank Sinatra, 10 años sin vos», Carlos Campana, Diario Los Andes, 14 mayo 2008.) Gadelio Tarasow recuerda una insistente información sobre las inversiones que Sinatra pensaba realizar en Argentina: «yo una vez inventé una nota con Frank Sinatra, en la época en que se comentaba que estaba interesado en comprar el casino de San Luis. Dirigía TV Guía, y una tarde me llegó por casualidad una secuencia de fotos donde aparecían Sinatra y dos guardaespaldas bajando de un avión. Las publicamos, diciendo que el cantante había llegado de incógnito al país para invertir en San Luis». («El día de los inocentes», revista Humor Registrado, nº 520, 1998). Ese nexo se mantiene vigente. Uno de los argumentos que se alegó para evitar el inminente cierre de la confitería Richmond es que Frank Sinatra quiso visitarla porque sabía que Carlos Gardel había cantado allí. Un argumento similar detuvo de forma provisional la demolición del edificio Casa Suiza.

TAREA FINA

Podemos apreciar la compleja y sutil tarea del investigador, que debe localizar las fuentes de información correctas, sin descartar ninguna de antemano, y corroborar si se hallan libres de invenciones o suposiciones arbitrarias. Tanto o más preocupante que difundir un dato falso es descartar uno auténtico. Muchos investigadores han perdido valiosas e irremplazables pistas por el sólo hecho de prejuzgar que eran falsas.

Marcelo O. Martínez 

Fundación Internacional Carlos Gardel